La sublevación de Casas Viejas

La sublevación de Casas Viejas (enero 1933)



Los espectros de los campesinos caídos en Casas Viejas rondarán alrededor de todos los políticos. Ellos son los responsables de la horrorosa masacre.
Solidaridad Obrera, diario de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en Cataluña, en marzo de 1933. La sublevación anarquista de un grupo de campesinos gaditanos, es reprimida por las fuerzas del orden, indignando así a numerosos sectores sociales y golpeando duramente al Gobierno Republicano, y a su presidente, a quien se le acusa de ser el último responsable.
La agitación social en España viene creciendo desde unos meses atrás, con enfrentamientos diarios entre la población y las fuerzas del orden en todo el país, con especial hincapié en zonas tradicionalmente anarquistas y/o comunistas. Casas Viejas (actualmente llamada Benalup) sería uno de los sucesos más graves desde la proclamación de la República, tras los incidentes de Castilblanco y Arnedo.
Casas Viejas era una aldea remota, pobre y mal comunicada en la que había prevalecido los ideales anarquistas contra el poder que oprime a los campesinos que viven en pésimas condiciones. La mayoría de hombres se dedicaban a la agricultura o a la ganadería, en su mayoría de forma eventual, por lo que el dinero dentro de esas familias dependía en gran medida de las estaciones y de la cosecha. Ante esta situación, las mujeres se veían obligadas a trabajar de costureras o cuidando gallinas, mientras que los niños ganaban algo de dinero guardando ganado. Ésta situación era común en muchos pueblos andaluces y españoles.
Para evitar levantamientos de campesinos, se introdujo el subsidio agrario (o como ellos lo llamaban, “la limosna“, que consistía en una peseta y media para los hombres solteros, y dos para los casados. Las casas consisten en un hoyo de un metro de profundidad alrededor del cual se construyen las paredes con barro y ramas secas cubiertas de techos de paja.
Citando a Ramón J. Sénder, enviado especial del diario La Libertad a Casas Viejas:
El subsidio no hace sino arrebatarles a los campesinos lo único que les quedaba: La dignidad de su trabajo y de su jornal.
La insurrección comienza como muchas otras durante ese periodo: se propaga el rumor de que va a producirse un levantamiento revolucionario por todo el país y cada pueblo se prepara para una supuesta huelga general, que por otro lado nunca llegó a producirse.
Pero el 11 de enero un grupo de anarquistas se concentra en el pueblo y exige la destitución del alcalde, intentan asaltar el cuartel de la Guardia Civil y quema la Casa de Arbitrios. Previamente han intentado cortar las comunicaciones y sabotear los caminos, aunque ésto no impide que la Guardia Civil pida refuerzos, que llegan acompañados por Guardias de Asalto enviados desde San Fernando.
Los refuerzos ocupan el pueblo y matan a un campesino desarmado, lo que provoca la dispersión y huida de los insurrectos hacia los campos. Algunos de ellos se refugian en la casa del líder anarquista Francisco Cruz, más conocido como Seisdedos.
Durante la huida, las fuerzas del orden logran detener a Manuel Quijada Pino (uno de los que habían disparado contra el cuartel) y un guardia de asalto es herido en la persecución cuando estaban llegando a la casa-refugio. Para salvar la vida se queda tumbado en el corral de la vivienda, resguardado en una esquina para no ser visto. Otro guardia que intenta entrar en la casa es herido y hecho prisionero. Mientras, las fuerzas del orden rodean la casa y abren fuego para obligar a salir a los insurrectos.
En vista de que no se iban a rendir, el oficial al mando, el teniente Fernández Abril, decide enviar al detenido para convencerlos de que se rindiesen. Mientras duran las negociaciones, para el tiroteo y se mantiene la calma hasta las 10 de la noche.
Hacia las 2 de la mañana llegan nuevos refuerzos al mando del capitán Rojas, que toma el control de la operación y ordena volver al ataque. Ante la resistencia de quienes están en el interior, deciden quemar la casa para obligarles a salir. Lanzan piedras envueltas en algodón impregnado de gasolina y la choza comienza a arder rápidamente.
Sólo una mujer y un niño consiguen salir por la puerta principal y se rinden, mientras que algunos logran escapar por las ventanas hacia el bosque. Seis personas mueren dentro carbonizadas. En total mueren 25 personas en el enfrentamiento.
Una vez consumada la tragedia, y para dar un escarmiento al pueblo, los cadáveres permanecen a la vista de todos y el capitán Rojas ordena a los guardias que recorran las casas y disparen si alguien se resiste a abrir. Durante el registro, un anciano apellidado Barberá muere en el umbral de su casa por no identificarse. Además, para dar otra lección a los vecinos, doce jóvenes son capturados al azar y fusilados; como excusa se les aplica la Ley de fugas, a pesar de que según todos los testimonios eran inocentes.
La mujer que logra salvar la vida es María Silva Lago, hija de Seisdedos y conocida como La Libertaria. La joven es detenida y trasladada a la cárcel de Medina Sidonia, donde un redactor que logra hablar con ella le pregunta si es comunista. Ante la pregunta ella responde:
Yo no entiendo ni me ocupo de esas cosas, bastante desgracia tengo por no saber leer ni escribir.
A causa de los periodistas enviados a la aldea, se van conociendo los datos, aunque con muchas contradicciones. La sociedad está conmocionada, tanto por los 22 aldeanos muertos, como por que entienden como un abuso de autoridad, y no comprenden ese tipo de comportamiento frente a campesinos analfabetos que viven en la miseria. La cosa es agravada con la participación de la Guardia de Asalto, policía especial creada por la República para mantener el orden público en las ciudades de una manera menos represiva que la Guardia Civil, ya que en principio sólo iban armados con porras y pistolas, y su misión era disolver manifestaciones o mediar en incidentes sin derramamiento de sangre.
La noticia pasa a ser portada de todos los periódicos, y llega hasta el Parlamento, donde los distintos grupos piden explicaciones al presidente Azaña y al ministro de Gobernación. A ésto, se le suma las declaraciones que hizo Azaña sin saber a ciencia cierta lo que sucedió en la aldea gaditana:
En los sucesos de Casas Viejas no se encontrará un atisbo de responsabilidad para el Gobierno. En Casas Viejas no ha ocurrido, que sepamos, sino lo que tenía que ocurrir.
Todo ello provocó un clima muy tenso en el Parlamento, y se llegan a producir enfrentamientos graves entre diputados. El Partido Republicano Radical es el que ataca con mayor virulencia al Gobierno,al punto en el que Martínez Barrio le acusa de crear un régi
men de “sangre, fango y lágrimas“, y Lerroux anuncia su “inquebrantable resolución” de recurrir a todos los métodos que el reglamento de la Cámara permita para impedir la acción del Gobierno si éste no dimite.
Azaña ordena crear una comisión investigadora de nueve miembros para aclarar lo sucedido. Llaman a declarar a cinco capitanes de la Guardia de Asalto, que ofrecen versiones contradictorias e involucran al director general de Seguridad, que es cesado. También comparece Manuel Rojas, que declara que sólo cumplía ordenes, que le habían instado a que no hubiese heridos ni prisioneros y que el propio Azaña le había ordenado “los tiros, a la barriga“.
También la prensa se revuelve contra el gobierno, y no sólo la de izquierda, también otros periódicos de derecha, que al principio habían defendido al gobierno, lo condena.
Al final, la comisión asegura que ningún ministro había tenido responsabilidad directa con el suceso, y el Gobierno logra salvar la situación tras ganar una moción de confianza. A pesar de todo, queda gravemente tocado en su prestigio y confianza.

Archivos relacionados

Casas Viejas: Reformismo y Anarquismo en Andalucía ( 1870 - 1933 ) 

http://www.infocadiz.com/Rivadavia/CasasViejas/welcome.htm

http://memoriadecadiz.es/?s=casas+viejas&enviar.x=43&enviar.y=12

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